DISENSO: La democracia moderna, pluralista y competitiva, se basa en la garantía del disenso, que implica el respeto a una cultura política heterogénea, y la posibilidad de disentir con los que ejercen el poder sin quedar por ello fuera del sistema sino, por el contrario, siendo reconocido como parte necesaria del mismo. Cual es en este caso el límite del disenso? La legitimidad es la propiedad del poder político de ser aceptado como el más conveniente para la síntesis política, en base a lo cual obtiene apoyo político. Legitimidad implica consenso, y consenso implica homogeneidad cultural. La pregunta implica si esa legitimidad, ese consenso y esa homogeneidad cultural deben abarcar todo el campo político, incluyendo las instituciones instrumentales y las decisiones, acciones y opciones de los gobernantes. La opción democrática afirma que no, y que es suficiente el consenso sobre las "reglas básicas del juego": sobre las instituciones creadas para disciplinar los conflictos y proteger los derechos y libertades de las personas y los grupos sobre la base del principio de mayoría atenuado por las garantías a las minorías, pudiendo haber disenso, y por ende posibilidad de cambio, sobre todo el resto, sin que sea cuestionada por ello la legitimidad democrática, sino por el contrario, exaltada en la medida en que ese disenso tiene vigencia efectiva.
La tesis es que el disenso, sobre todo desde las sociedades dependientes como la nuestra, es lo que permite crear teoría crítica, tanto en ciencias sociales como en filosofía. Y hoy, la mediocridad de ambas disciplinas radica en esta incapacidad de pensar críticamente. O lo que es lo mismo, explica la vigencia de un pensamiento único que tiene su proyección política en lo políticamente correcto, sea a través del progresismo socialdemócrata, sea en el neoliberalismo conservador. Son estos, los dos brazos de la tenaza político-ideológica que aprisiona al mundo que comienza en el siglo XXI.
Ocultar esta publicaciónLa tesis es que el disenso, sobre todo desde las sociedades dependientes como la nuestra, es lo que permite crear teoría crítica, tanto en ciencias sociales como en filosofía. Y hoy, la mediocridad de ambas disciplinas radica en esta incapacidad de pensar críticamente. O lo que es lo mismo, explica la vigencia de un pensamiento único que tiene su proyección política en lo políticamente correcto, sea a través del progresismo socialdemócrata, sea en el neoliberalismo conservador. Son estos, los dos brazos de la tenaza político-ideológica que aprisiona al mundo que comienza en el siglo XXI.
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